Los árboles que vieron pasar al navegante don Fernando de Magallanes

Los bosques centenarios en las costas del Estrecho de Magallanes, en el extremo sur de Chile, permitirán caracterizar el clima del año 1520 cuando la primera flota que circunnavegó el globo unió los océanos Atlántico y Pacífico.

INTERNACIONALES27/09/2023El Glaciar TDFEl Glaciar TDF
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Los árboles que vieron pasar al navegante don Fernando de Magallanes

El punto más austral del territorio continental de América del Sur es el Cabo Froward, último promontorio rocoso del continente americano que emerge imponente sobre la costa del estrecho de Magallanes en Chile. Separada de la porción continental por el estrecho, la isla mayor de Tierra del Fuego y un sinnúmero de islas de menor tamaño conforman la margen sur del estrecho. Calificada como “Tierra Australis Incognita”, durante el periodo de exploración en el siglo XVI, esta porción de América del Sur sigue siendo aún hoy una de las menos habitadas del planeta. En la adversidad de sus vientos intensos, intimidadoras olas, copiosas lluvias y bajas temperaturas, el estrecho de Magallanes alberga fascinantes paisajes que contrastan el color profundamente azul del mar con montañas multicolores tapizadas de bosques y espectaculares cuerpos de hielo y campos de nieve intensamente blancos.

Fernando de Magallanes, al mando de una pequeña flota española, recibió el encargo por parte del Reino de España de encontrar un estrecho que uniera los océanos Atlántico y Pacífico al sur del continente americano. Su ingreso a la boca oriental del estrecho ocurrió el 21 de octubre de 1520. Al mando de la Nao Victoria, el 27 de noviembre de 1520 había alcanzado el Pacífico, encontrando así el camino que tantos otros exploradores habían buscado: el “Estrecho de Todos los Santos”, denominado actualmente Estrecho de Magallanes. Su expedición naval se convertía en la primera en conectar los océanos Atlántico y Pacífico. A este valioso logro agregaría otro aún más importante, sería también la primera expedición que circumnavegaría el mundo. Magallanes no recibiría la gloria de sus hazañas, ya que moriría en abril de 1521 en las Filipinas antes de regresar a España.

Se han escrito muchos libros sobre la hazaña de Magallanes como navegante y seguramente nuevos estudios aportarán luz sobre este trascendente viaje alrededor del mundo. En este contexto, un grupo compuesto por investigadores de la Universidad de Magallanes y el Ianigla-Conicet estuvieron visitando durante los veranos de 2022 y 2023 las costas del Estrecho de Magallanes en búsqueda de árboles centenarios, cuyos leños puedan aportar información sobre las condiciones climáticas acontecidas durante la primavera de 1520, cuando la primera flota europea atravesó el estrecho conectando los océanos Atlántico y Pacífico. El objetivo central de nuestros estudios era inspeccionar los bosques del ciprés de las Guaitecas (Pilgerodendron uviferum), la conífera más austral del mundo, ubicados a lo largo del Estrecho de Magallanes. El ciprés de las Guaitecas es un árbol de crecimiento muy lento que puede alcanzar entre los 15 y 18 m de altura y un diámetro entre 30 y 50 centímetros. Dada su distribución austral y sus características particulares es considerado una especie única, que en este momento está amenazada debido a la explotación que hubo tiempo atrás y a las condiciones ambientales que requiere para crecer y regenerarse. Estudios previos indican que los ejemplares de ciprés de las Guaitecas pueden alcanzar varios siglos de edad, pero encontrarlos no es una tarea sencilla.

Si bien durante las expediciones científicas conjuntas se visitaron numerosos bosques de ciprés a lo largo del estrecho, el sitio con los ejemplares de mayor tamaño, que resultaron ser los más longevos, se encontró en un punto del estrecho al que el navegante español había bautizado como bahía de las Sardinas, y que hoy conocemos como bahía Fortescue. Precisamente, la bahía de las Sardinas fue el único lugar donde Fernando de Magallanes y todos los integrantes de la expedición, descendieron a tierra firme durante su viaje a través del estrecho. Allí, el fray Pedro Valderrama ofició el 11 de noviembre de 1520 la primera misa católica en lo que es hoy el actual territorio de Chile.

Para establecer las edades de los árboles se tomaron muestras del fuste de los ejemplares de mayor tamaño empleando barrenos de incremento. Estos instrumentos extraen una muestra circular de menos de 5 mm de diámetro, desde la corteza al centro, que no dañan el ritmo de crecimiento del árbol. De regreso al laboratorio, las pequeñas muestras son pulidas. El conteo y datación precisa de sus anillos de crecimiento permiten establecer las edades de los ejemplares muestreados. Hasta el momento, alrededor de diez ejemplares sobrepasan los 500 años de edad, indicando que ya estaban presentes al momento del cruce del estrecho en noviembre de 1520. El más viejo de los ejemplares fechados comenzó a crecer alrededor o antes del año 1400, ya que su primer anillo en las muestras tomadas corresponde al año 1407.

En la actualidad, las muestras colectadas están siendo estudiadas para inferir las condiciones climáticas durante el cruce del estrecho con solo tres embarcaciones pequeñas desprovistas de los equipos que facilitan y dan seguridad a los barcos de ultramar que hoy navegan estas aguas. Además de medir el ancho de los anillos de crecimiento, cuyo espesor está directamente relacionado a las condiciones climáticas en el momento de su formación, se están empleando otras técnicas paleo-ambientales que proveen información adicional sobre el clima pasado. Estas técnicas abarcan la determinación de las variaciones interanuales en los contenidos de isótopos estables del oxígeno y el carbono, mediciones de las variaciones de la densidad del leño y el análisis cuantitativo de la anatomía de las células que componen la madera. El conjunto de estas herramientas analíticas nos permitirá caracterizar el clima en la región austral de América del Sur durante seis-siete siglos y establecer cuán anómalas fueron las condiciones climáticas durante el cruce del estrecho por Fernando de Magallanes en noviembre de 1520.

Autores: Ricardo Villalba (), Juan Carlos Aravena Donaire, Isabella Aguilera Betti, Catalina Muriette Fernández, Christian Bringas Thornhill y Nicolas Labarca Oróstica. (*) Acaba de recibir el Premio Konex de la Ciencia y la Tecnología, período 2013-2022, en la categoría: Ecología y Ciencias Ambientales.
Edición y producción Miguel Títiro - [email protected]

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