La bióloga Neuquina y su día a día en el Continente Blanco

Se doctoró en Biología en la UNCo y pasará más de un año en la Base Carlini. Habló de su trabajo, entre la soledad y el retroceso de los glaciares.

PROVINCIALES 09/06/2024 El Glaciar TDF El Glaciar TDF
ANTARTIDA
La bióloga Neuquina y su día a día en el Continente Blanco

Desde sus primeros años, cuando se dejaba sorprender por plantas y animales en una chacra de Plottier, la bióloga neuquina Rubí Azul Duo Saito sabía que su vocación iba a estar siempre cerca de la naturaleza. Aunque todavía no sospechaba que iba a encontrar su norte en el Polo Sur, hoy cumple el sueño de todos los científicos con una misión en la Antártida Argentina, donde se dedica a recolectar datos de biología costera y animales marinos.

"Yo creo que a todos aquellos que les gusta la ciencia lo llevan desde chiquitos", explicó Rubí desde la base Carlini. Son las nueve de la mañana y aún no empieza a aclarar. Afuera, el termómetro marca cinco grados bajo cero, "buen tiempo" para los invernantes que afrontan las temperaturas más extremas del continente blanco. "Yo creo que siempre tuve cierto interés de saber por qué son las cosas y cómo funcionan", agregó.

"Me crié en una chacra de Plottier y todo bichito que pasaba me llamaba la atención", recordó la investigadora de 33 años. Aunque se debatía entre estudiar Veterinaria, Biología o Biología Marina, finalmente decidió mudarse a Bariloche para seguir la carrera de Licenciatura en Ciencias Biológicas en la sede cordillerana de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo).

Tras su graduación, se quedó en Bariloche. Había algo en el hielo que parecía atraparla. "Hice mi doctorado estudiando levaduras de ambientes extremos fríos, y hacía mi trabajo en los glaciares de alta montaña. En ese momento, la Antártida ya estaba en mi radar", explicó.

"Me hicieron solamente una entrevista sobre mis estudios y mi conocimiento", dijo Rubí sobre el proceso de selección. Quizás fue porque su currículum ya habla por sí solo. O quizás porque el desafío de esa tierra cubierta de hielo no pretendía hacer tambalear su perfil como científica sino poner a prueba su resistencia a un entorno hostil.

"Lo más duro del proceso de selección fue la evaluación psicológica, fueron como cuatro o cinco entrevistas para saber si estaba preparada y tenía el carácter para afrontar la vida en la Antártida", aclaró. Es que la base Carlini, donde llegó, garantiza no sólo temperaturas extremas y vientos agresivos, sino también una buena dosis de aislamiento y encierro, casi sin conexión con el continente.

La rutina en la base Carlini

Cada mañana, a las 8, Rubí está lista para el desayuno. El cielo sigue oscuro sobre la base Carlini y, una hora después, se suma a una reunión operativa para definir los trabajos de cada día. En el invierno, son 29 las personas que viven en ese lugar, y la mayoría son militares que trabajan en mantener la base operativa. "De los 29, sólo 6 somos civiles, el resto es dotación militar, dentro de la dotación es más que nada de apoyo para mantener la base en funcionamiento, se dedican a las instalaciones, taller, usinas, motores. Hay cocineros, médicos, enfermeros y la jefatura", aclaró.

A ellos se suman los seis civiles: Rubí y su colega bióloga, dos informáticos, un meteoróloga y un trabajador de logística de la Dirección Antártica. En grupo, cada mañana deciden qué tareas van a realizar, si hace falta embarcarse o si harán recorridos a pie por los glaciares. "Si el tiempo lo permite, porque muchas veces el viento es tan fuerte que no se puede salir".

Las temperaturas en la base Carlini pueden caer a los 18 grados bajo cero con facilidad. Cuando el viento sopla, inclemente, la sensación térmica es de 30 bajo cero. Y así, pese a la indumentaria especializada y ese temple que los abriga por dentro, no hay más opción que quedarse puertas adentro y hacer trabajo de oficina. "Eso es lo que menos disfruto, yo elegí ser bióloga para estar en el campo y ensuciarme las manos"

En la base Carlini reciben visitas frecuentes del rompehielos ARA Almirante Irizar, que les trae los insumos y alimentos necesarios para sobrevivir en una tierra cubierta de glaciares. También se lleva a algunos de los habitantes temporales de regreso al continente y trae nuevos compañeros. "Tenemos una alimentación muy calórica para hacerle frente al frío, no nos falta nada pero hay algunas cosas que extraño, como las ensaladas, o que llevo seis meses sin comer bananas, porque no llegan todos los tipos de frutas", relató.

Qué es la base Carlin

La base está ubicada sobre la costa, donde a esta altura del año se observaba nieve con hielo, resaltando sobre el cielo blanco, el cerro Tres hermanos, frente al glaciar Furcade.

La base Carlini es un laboratorio natural, en una zona de la península antártica que está muy afectada por el cambio climático, cada vez hay menos precipitaciones en forma de nieve porque las temperaturas son más altas.

Las edificaciones que hay en lugar son en su mayoría laboratorios y alojamientos, una casa principal donde se encuentra la cocina y comedor.

Además, se destacan el acuario, la sección de buceo, el instrumental del Servicio Meteorológico Nacional que se encuentra al aire libre, los tanques de almacenamiento de combustible, sensores geotérmicos, paneles solares y sismógrafo.

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